Infoteca Sanergía
Por qué es necesario dormir en la oficina
La mayor parte de la gente cree que un cerebro que
descansa es como un ordenador en reposo, es decir, que no ocurre nada en su
interior durante ese largo período de inactividad.
Pero la
realidad es muy distinta. Cuando se duerme, dentro del cerebro sí pasan
cosas: aumenta el rendimiento intelectual, la memoria se ordena, los recuerdos
se organizan, el cerebro asimila los últimos conocimientos adquiridos para
poder activarlos en nuevas actividades mentales al despertarse...
El doctor Jeffrey Ellenbogen, neurólogo de la
Escuela de Medicina de Harvard y director del Laboratorio del Sueño del
Hospital General de Massachussets, ha llegado a la conclusión de que el sueño
incrementa en un 33% nuestra capacidad para realizar asociaciones nuevas de
ideas. Dicho de otra manera: dormir
aumenta nuestra creatividad.
Como suele pasar con los descubrimientos
“revolucionarios”, en el fondo no se trata más que de demostrar con hechos e
investigaciones lo que ya decía el viejo dicho: “La noche siempre trae
consejo”.
Echarse la siesta en el
trabajo está de moda
Las oficinas de Google en Estados Unidos llevan ya tiempo equipadas con una
especie de cabinas con asientos reclinables que aíslan del ruido y la luz. Los
trabajadores pueden utilizarlas para echarse la siesta en el trabajo. Y Google no es la única. Otras empresas de otros sectores
también se han dotado de espacios en los que permitir a sus trabajadores
desconectar un rato de sus tareas y echar una cabezadita.
Una empresa ha sabido ver la oportunidad y ha
desarrollado un modelo especial, el llamado “Energypod”. Se trata de un sillón
de oficina tapizado en cuero que se puede graduar eléctricamente y que cuenta
con reposapiés ajustable y reposacabezas con auriculares. Puede ponerse en
posición horizontal y hacer que se baje una especie de casco de protección que
aísla de la luz y del sonido (en especial, del teléfono de la oficina...).
Imagine lo que sería contar en su empresa con la
posibilidad de relajarse unos minutos ahí tumbado cuando se reincorpora al
trabajo después del almuerzo. Dejar un mensaje en el buzón de voz de su
contestador anunciando que “en estos momentos estoy reunido; por favor llame
más tarde”, y sumergirse con la conciencia tranquila en una profunda siesta
sólo comparable a las que suele echarse en el sofá los fines de semana después
de una buena comida. Y además con el beneplácito de su jefe.
Gracias a estas investigaciones de la
Universidad de Harvard quizá la postura de los empresarios frente al sueño vaya
a cambiar. Y ya era hora, puesto que la tendencia generalizada en muchas
empresas consiste en valorar especialmente a los empleados que utilizan sus
horas de descanso para sacar adelante más trabajo (…o hacer como que lo sacan,
todo hay que decirlo).
Demasiado trabajo acaba con el
trabajo
Y en este momento de crisis y recortes, es aún peor.
Desde hace años, un buen amigo mío que pertenece al equipo directivo de un
importante banco sólo puede quedar conmigo para desayunar. Nos vemos con un
café y una tostada de por medio, a primera hora de la mañana, cuando por lo
general ya ha salido de su primera reunión del día, que para él ha comenzado
hora y media antes. Por la tarde es muy raro que salga de la oficina antes de las
9 ó las 10 de la noche, y ha llegado al punto de estar planteándose dejar su
piso para mudarse…al hotel que se encuentra enfrente de su oficina.
Y eso que en general la banca tiene fama de
contar con convenios colectivos generosos y un ritmo de trabajo más relajado,
sobre todo en comparación con los bancos anglosajones.
Otro amigo, analista financiero en Londres para
el banco de inversión americano Merrill
Lynch hasta su desplome en 2008,
me decía que nunca se iba de la oficina antes de la una de la mañana, y que a
las 5:30 regresaba para preparar la apertura de los mercados. Él tenía hijos y
volvía a su casa, pero muchos colegas, según me contaba, tenían colchones en la
oficina para poder acostarse debajo de su mesa.
No hace falta señalar que, con una competencia
así, el trabajador que pretenda cumplir su horario de 9:00 a 19:00 no tiene
nada que hacer a los ojos de los jefes. Toca olvidarse de cualquier promoción
profesional.
Y a pesar de todo, ¿existe algo peor que pasarse
la vida sentado en la oficina? Los músculos y los huesos se deterioran, sí,
pero también la mente deja de funcionar correctamente.
Al involucrarnos tanto en el trabajo, la
capacidad para relativizar los problemas disminuye. La mente, que antes estaba
despierta, ya no es capaz de ofrecer ideas brillantes. Como una lavadora
atascada en el programa largo, en nuestra cabeza no paran de dar vueltas y más
vueltas los mismos problemas, los mismos pensamientos.
Las ideas se embarullan. Somos incapaces de
distinguir lo esencial de lo secundario. Perdemos de vista nuestros objetivos.
La solución, que quizá se encontraba ante nuestros ojos, se aleja como un barco
en alta mar desaparece hacia el horizonte, dejando al náufrago solo,
desesperanzado, abrazado a un trozo de madera que todavía se mantiene a flote.
Es justo en ese momento cuando se corre el riesgo de cometer algún acto
irreparable, tomando una decisión errónea.
Quizá si
los banqueros hubieran dormido un poco más estos últimos años la crisis
financiera en la que nos encontramos no hubiera sido tan grave…
Descansar elimina las ojeras y ordena
los pensamientos. Al despertar, los problemas se ven con otros ojos.
Ese e-mail que había decidido enviar a su jefe la noche anterior, ahora parece
fuera de lugar y hasta suicida con respecto a su futuro. Bórrelo y escriba uno
nuevo, totalmente distinto y mucho más constructivo para los demás y para usted
mismo.
Otras ventajas de dormir
Además de los últimos descubrimientos sobre la forma
en la que dormir estimula la memoria y mejora la creatividad, existen otros
estudios que demuestran que:
dormir
menos de seis horas una sola noche reduce de manera significativa la capacidad
de reflexión al día siguiente.
la
falta de sueño puede provocar cambios en la actividad cerebral similares a los
que sufren las personas con problemas psiquiátricos.
Nuestro cuerpo está regulado por un reloj biológico
(ritmo circadiano) que marca los ciclos de sueño y vigilia. Cuando el ritmo
circadiano se perturba, lo que por desgracia ocurre con facilidad, nuestra
salud se resiente. Por ejemplo, el ritmo circadiano se altera:
al
encender la luz a media noche (para ir al baño, por ejemplo).
al
cambiar de huso horario (en los viajes en avión).
al
acostarse muy tarde.
al
trabajar de noche.
al
ingerir alimentos de madrugada o justo antes de irse a dormir.
El ritmo circadiano provoca cambios en el ritmo
cardiaco, en la temperatura y en la producción hormonal. Cuando este ritmo
circadiano se altera, se pueden llegar a producir efectos negativos en cadena.
Por ejemplo, dormir poco puede:
modificar
el metabolismo y hacer que engordemos.
aumentar
el riesgo de sufrir cáncer al modificar el equilibrio hormonal (en las pruebas
realizadas en el laboratorio, los tumores crecen el triple de rápido en los
animales con importantes trastornos del sueño).
aumentar
el riesgo de sufrir diabetes al reducir los niveles de leptina (la leptina es
la hormona de la saciedad: si se carece de ella, constantemente se tiene la
impresión de tener hambre).
acelerar
el envejecimiento.
detener
la producción de neuronas nuevas en el cerebro.
aumentar
la presión arterial, el riesgo de sufrir enfermedades del corazón e infartos.
Además, el cuerpo se regenera mejor mientras se
duerme, por lo que la falta de sueño puede ser perjudicial para su sistema
inmunitario. Por ello, su capacidad para combatir enfermedades de cualquier
tipo será menor.
¿Duerme usted lo suficiente?
Por lo general, un adulto necesita entre seis y ocho
horas de sueño al día. Pero hay excepciones. Ése era el caso de Napoleón
Bonaparte, quien al parecer tan solo necesitaba dormir tres horas. Así que, al
igual que el mal dormir de los banqueros quizá haya sido catastrófico para
todos nosotros, quien sabe si el que
Napoleón hubiera dormido un poco más podría haber evitado la batalla de
Waterloo…
Algunas personas no se sienten bien si duermen
menos de diez horas. Pero existen indicios que sugieren que dormir más de ocho
horas al día puede provocar problemas parecidos a los de la falta de sueño.
La mejor referencia que podemos tener es que al despertarnos no debemos sentirnos
cansados.
Tenga en cuenta también que se
necesita dormir más cuando se está enfermo, en situación de estrés y
durante los meses de invierno. El sueño y los pensamientos positivos son las
mejores medicinas. Las mujeres embarazadas también necesitan descansar más,
sobre todos en los tres primeros meses de embarazo.
Cómo dormir mejor
En general, las causas del insomnio son psicológicas,
como la ansiedad e incluso la depresión. Antes de pensar en tomar somníferos
químicos, haga el esfuerzo de atacar la causa del problema, intentando suprimir
las fuentes de estrés de su vida, o reducirlos hasta los niveles mínimos.
Desde el punto de vista práctico, aquí tiene
algunos consejos para mejorar la calidad de su descanso:
Haga todo lo posible por
dormir en una habitación completamente oscura.
Cuando
apague la luz de su dormitorio, no tiene que ser capaz de distinguir su mano a
30 cm de la cara. Le ayudará a despertarse de manera natural, es decir, cuando
haya dormido lo suficiente.
Apague
la televisión y cualquier ordenador o equipo electrónico al
menos una hora antes de irse a dormir. Estos aparatos excitan el cerebro en
exceso y con frecuencia retrasan la hora de acostarse.
Duerma en un ambiente fresco,
a no más de 18ºC. En muchas casas hace demasiado calor. No obstante, con temperaturas
inferiores a los 15ºC sin duda le será más difícil dormir por el frío.
Realice ejercicio
físico con frecuencia. Un estudio de la Stanford Medical School ha
comprobado que, tras un programa de 16 semanas de ejercicio físico moderado,
los sujetos del estudio se iban a dormir una media de 15 minutos antes y se
despertaban 45 minutos más tarde. En cualquier caso, evite el ejercicio justo
antes de irse a la cama, ya que le podría espabilar.
Si sus problemas de descanso
no se solucionan, contemple la posibilidad de dormir solo. Todos los estudios recientes
(y la experiencia de muchas generaciones) señalan que, para muchas personas,
dormir en pareja puede alterar significativamente el sueño, sobre todo si la
otra persona tiene un sueño agitado, se levanta por la noche o ronca. (1) El
doctor Neil Stanley, especialista del sueño de la Universidad de Surrey
(Inglaterra), recomienda claramente dormir solo. Para personas con problemas
cardíacos es, además, muy peligroso compartir la cama. El corazón más débil suele
adaptarse a pulsaciones y ritmos ajenos.
Y
recuerda que la costumbre de dormir dos personas en la misma habitación se
remonta solo a la época de la Revolución Industrial, cuando la población se
instaló en las ciudades, donde el espacio era muy caro.
En
la época de los romanos, el lecho conyugal no se utilizaba precisamente para
dormir, sino para…¡eso es, lo ha adivinado!
¡A su salud!
Juan-M. Dupuis